El tiempo es una cosa curiosa:
cuando estamos juntos
parece detenerse y congelarse,
como para no disturbarnos,
mientras vuela para el resto,
y así lo que me parece apenas un instante,
son ya horas para el resto de los mortales...
Y por otro lado, si pienso
en que esto ha sucedido en tan poco tiempo,
veo como el tiempo vuela,
y transcurre más rápido,
como si viajáramos al futuro.
Quizás no se congela,
sino todo lo contrario:
avanza tan rápido que no lo percibimos,
como hielo que quema en la piel...
Apenas un mes, y sin embargo,
ya eres tan parte de mi vida,
como si siempre hubieras estado,
como si siempre hubiera sido...
Tan cotidiano, tan extraordinario,
tanta simpleza en lo complicado,
tanto amor que no cabe en las palabras,
que no cabe en el pecho,
que no cabe en la cabeza...
Tanto que lo negamos,
tanto que lo proclamamos,
que predijimos un futuro
que el tiempo nos dió una lección,
y se ríe en nuestras caras
por nuestra osadía
de asegurar que lo conocíamos,
y nos demostró que aún nos sorprende,
con algo que va más allá de las explicaciones,
que va más allá de lo conocido...
Avanza a velocidad luz,
transportándonos en sus alas,
por qué razón, no lo sabemos,
pero vamos, y avanzamos,
porque lo demás no importa,
lo demás no existe,
porque sólo importa que estás ahí,
que estoy ahí,
que están tus ojos en los míos,
qe están los míos en los tuyos...
