martes, 21 de agosto de 2007

Tiempo


Siempre había pensado
que “morir de amor”
era una vil exageración,
pero ahora veo que no.
Ahora siento que cada hora
muero lentamente y
cada minuto, una agonía,
cada segundo, una eternidad.
Y las horas se arrastran
lentamente, como una maldición.
Me estas matando, y lo peor
es que no me quejo, ni lo quiero.
Y lo irónico de todo esto,
es que cuando estoy junto a ti,
el tiempo pasa rápidamente,
acercándome inexorablemente al adiós.
Al adiós más amargo que he dado
con el dolor más profundo sentido,
porque es la palabra
más maldita existente.
A ti he dedicado todos
mis pensamientos y sueños;
el primero en la mañana,
y el último en la noche.
Aún en sueños no te puedes
apartar de mi mente.
Me pregunto a cada instante
si estás pensando en mí.
Me pregunto dónde estás,
si estás muriéndote por mí,
así como yo por ti, o si quizás
hay alguien junto a ti.
Y lo único que me ha logrado
mantener viva, es
la esperanza de verte
cruzar el umbral de mi puerta.
De la puerta de mi corazón
y así acabar con la maldición
que me atormenta.
¡Maldita maldición de tiempo!
Sólo puedo pensar en ti,
en tu cara, en tus labios,
en tus brazos, en tu presencia,
ausente al tiempo.
Has revuelto mi mundo,
cambiaste los hemisferios,
y si antes deseaba un beso,
ahora quiero que me beses tú.
Antes buscaba a mi
alma gemela, y ahora
te busco sólo a ti,
y así la sigo buscando.
Ahora mi alma gemela
tiene nombre, cara,
ojos, labios, brazos
una sonrisa, una voz...
Quisiera que no existiera
ni el tiempo, ni el espacio, ni el lugar
porque tu y yo debiéramos ser todo,
un todo en la eternidad.
Por estar contigo soy capaz
de destruir el tiempo,
y para eso, si es necesario,
de destruir cada reloj.
Destruiré cada brizna
de tiempo existente,
cada tictac de esta ciudad,
y así lo seremos todo en la eternidad...

No hay comentarios: