martes, 2 de octubre de 2007

Dios y su sabiduría


A medida que el tiempo pasa
te extraño más en tu ausencia,
y me alegra más tu presencia.
Hoy se cumple un mes
desde nuestro reencuentro,
y he aprendido a amar y odiar
nuestra cercana lejanía:
estar de ti a un paso
y de verte, sólo tener la esperanza.
Me has conquistado,
quiéraslo o no,
y mi vida iluminado
con el arco iris del amor.
No hago más que pensar
en ti, en tú, en mi y en yo.
Has horadado profundo
en mi corazón, como un ladrón;
sin mi consentimiento
te has mudado a mi cabeza,
tomándola por asalto
y guardado un tesoro
dentro de mi alma.
¡Quiera Dios que no haya
malas consecuencias!
Pero Él tiene sabiduría
que emana de una fuente infinita,
lo que explica el hecho
de haber vivido a un paso
y separados por la vida,
reunidos por azar
un día especial,
y este amor que surgió,
llega en tan buen momento,
como una luz
en la tormenta,
como una estrella
en la noche,
el alivio después
del dolor, de la tortura...
Dios es sabio;
eligió bien este momento

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