jueves, 13 de septiembre de 2007

La mano de Dios


La calle avanza eterna
hasta el dorado horizonte.
Todo parece irreal, brillante
y se evidencia la Mano de Dios.
Cada piedra y hoja dorada
abandonada al viento
parecen estar en armoniosa sintonía.
El frío corta como cuchillo,
y el silencio es como la oscuridad
de mi alma solitaria.
Quisiera quedarme a admirar
la calle abandonada
en la que el sol parece
ser de frío oro.
Cada ser pasa silencioso,
incapaz de interrumpir tanta belleza,
como si Dios hubiera puesto
hermosura para compensar tristeza.
Los pájaros trinan emocionados,
y los ángeles tocan campanas,
y yo lamento de verdad
que un minuto no dure una eternidad.

No hay comentarios: